me acostumbré al arrumaco,
sobre mis letras, de tus dedos
a tus risas codeándose
una a una con las mías,
al regalo de la música,
serenata a deshoras...
me acostumbré a perderme en el vuelo de tus alas..
al camino de tus ojos
siguiendo el latido de mi corazón.
Me acostumbré al abrazo de mañana,
del nocturno acaricio en las manos.
a mirarte al despertar.
A recibir el recuerdo en cartas...
me acostumbré a tu color,
al calor que emana de tu alma.
Me acostumbré a verte asomado en mi muro,
donde además de los ojos,
bailaban tus manos...
en el cobertizo debajo de mis pestañas
me acostumbré a colgar tu nombre...
a danzar sobre los tenues colores de tu invierno...
me acostumbré a tu despiste...
a las largas oraciones debajo de mis frases...
a la cola de luz larga como la distancia...
me acostumbré a dormir sobre mi labios
tu sonrisa...a meter mis dedos entre tus dedos...
me acostumbré a sentir acompasada tu respiración...
me acostumbré a sentirte con la piel
a percibirte con el corazón...
vibrando tu piel debajo de mi piel
,me acostumbré a escuchar tu acento
aunque no me hablarás
a mirarte a escondidas
a espiar tus movimientos...
me acostumbré a todo
menos a tu silencio..
a tu ausencia... a la distancia de tu aliento..
me acostumbré a todo...
menos a no sentir como siempre siento...
a no alcanzar tu halo entre mis poros
traviezo meciéndose...
me acostumbré a todo tú, menos a esto